Siete años de recorrido lleva el Festival Pedra Viva de Menorca, una cita veraniega con la música, las artes, el teatro, la danza o la tertulia que ha sabido consolidarse entre la diversa oferta cultural que inunda la Isla en julio y agosto. Será por su programación eclética y fuera del circuito más convencional, será porque tiene como escenario principal las canteras de marés de Líthica, en Ciutadella, referirse al Festival Pedra Viva es también hacerlo del talento de su director artístico, Joan Taltavull que junto con un equipo reducido de colaboradores como Anna Gornés y Pep Salvador, selecciona para Menorca las propuestas más delicadas e innovadoras.
La edición 2018 ha contado este año con un maridaje de música clásica magníficamente ejecutada con una arpa y una harmónica de cristal que interpretaron Pauline Haas y Thomas Bloch, un musical como West Side Story que ha tenido como segundo escenario privilegiado a la Fortaleza de La Mola en el Puerto de Mahón o voces únicas como la de Marina Herlop o el crooner Alfonso de Vilallonga, entre otros.
Pero sin duda, el gran mérito de este festival, es que parece tejido a mano, pensado meditado y programado con mucho cariño y mucha honradez, desde la confección cada edición de un programa de mano impecable a las distintas puestas en escena que se visten en Líthica. La voluntad este año de crecer hacia el otro lado de la Isla programando actividades y conciertos fuera del recinto es todo un síntoma de madurez. Vale la pena apostar por este tipo de festivales.