La cultura popular de Menorca tiene representada su propia identidad durante la celebración de la Cuaresma. En los cuarenta días de preparación, penitencia y reconciliación cristiana que suceden al Carnaval, s’Àvia Corema es una de las figuras más populares de la tradición mediterránea y un personaje muy habitual en los hogares menorquines. Su imagen clásica es la de una vieja arrugada, con verrugas, vestida a la menorquina, con un rosario bien largo colgado en la cintura y una cruz que llega hasta el suelo. En una mano lleva un bacalao y en la otra, unas grandes parrillas.
El paso de los años ha hecho que se convierta en un muñeco de papel y cartón en forma de mujer, con los brazos extendidos y las faldas abombadas para que tenga suficiente espacio para ponerle siete pies por cada una de las siete semanas en las que transcurre la Cuaresma. Las escuelas acostumbran a encargar a sus alumnos como trabajo manual para estas fechas el de la representación de s’Àvia Corema.
De hecho, Mahón también ha creado la figura del gigante de s’Àvia Corema que todos los sábados de Cuaresma, sale a hacer un pasacalles acompañada de gigantes y músicos de la ciudad en medio de un gran ambiente festivo, especialmente pensado para los más pequeños porque cada sábado tienen la misión de atender al momento estelar en que se desprende de un pie. Este gran acontecimiento festivo, se celebra en la plaza del ayuntamiento, muy cerca de las oficinas centrales de Bonnin Sanso.
Pero la cuaresma menorquina también tiene su tradición propia en la mesa, basada en una cocina austera, parca, de raíces vegetarianas y conventuales donde el bacalao tiene un especial protagonismo, tal y como explica el reconocido periodista gastronómico, Bep Al·les. “La cocina del tiempo de Cuaresma es una cocina de siete semanas de ayuno en el que la carne está prohibida. Una cocina de depuración de nuestro cuerpo y de nuestro espíritu que nos prepara para la primavera y que nos cura de los excesos navideños y de Sant Antoni” concluye.