¿Tienes un jardín fantástico? ¿Un ático con vistas espectaculares? ¿Un patio interior o una terraza amplia? ¿Es posible convertirlo en un espacio útil para tu hogar y disfrutar de él todo el año? Por supuesto, que sí. Para conseguirlo un toldo puede ser tu aliado perfecto.
Los toldos son elementos funcionales, prácticos y fáciles de cuidar que permiten crear un espacio de intimidad y protegernos del sol, la humedad o la lluvia. La ubicación y las dimensiones son determinantes a la hora de decidirse por un tipo u otro de toldo, una elección en la que se agradece contar con asesoramiento profesional.
Una vez elegido el toldo y la sujeción adecuada e instalado de la mejor manera posible, es importante realizar un mínimo mantenimiento. Si el toldo no dispone de un sistema de recogida automatizado, es conveniente recogerlo en caso de lluvia, fuerte viento o granizo, y también desmontar el faldón en los meses que vayamos a usarlo para evitar su deterioro.
Además se debe eliminar regularmente el polvo y la suciedad acumulados en la lona y el sistema de sujeción aspirándolos, preferentemente. Si queremos lavarlo, utilizaremos agua, nunca a presión y jabón neutro, descartando disolventes ni detergentes abrasivos, lo aclararemos bien y dejaremos secar totalmente la lona antes de recoger el toldo.