Después del largo invierno, con largos episodios de lluvia, tramontana y frío, lo que más apetece es poderse tumbar en la arena un día de primavera para disfrutar de las preciosas playas que tenemos en Menorca. Una especie de síndrome de abstinencia que se sacia con el recuentro feliz frente al mar en calma durante las primeras tardes en las que se alarga el día. Calma, silencio y quietud de olas en la orilla con una puesta de sol para enmarcar.
La temperatura del agua de Menorca en abril suele estar entre los 15 y 16 ºC, subiendo un par de grados en mayo. Para muchos no estará en su punto óptimo pero bastará para descalzarse y dar los primeros pasos mar adentro. Si el sol nos ayuda, los más osados acabarán por zambullirse sin poder contener la respiración. Todos sabemos que el mejor mes para bañarse será realmente en otoño pero durante los meses de primavera, disfrutaremos más del privilegio del entorno y del despertar floral del paseo previo.
Y es que el tiempo también nos acompañará para hacer una pequeña excursión y llegar hasta rincones más alejados, pasando entre las maravillosas orquídeas que nos regala la madre naturaleza en esta isla o algún que otro esparrago silvestre que nos servirá poder hacer una tortilla a nuestro regreso.
¿Dónde disfrutar de estos primeros baños? Pues por ejemplo en Cala Pilar, en Cala Trebalúger o Cala Escorxada, en Cala Calderer o en Sa Torreta. Y por supuesto, en Cala Macarella, Cala Turqueta o el Caló d’en Rafalet, aprovechando que no hay prácticamente turistas. Privilegios de poder vivir todo el año en Menorca.