No hay fecha del año más importante para un menorquín que viva en Ciutadella, que el día de San Juan. De hecho, el calendario tiene un antes y después del 24 de junio y se va contando el tiempo que falta para poder celebrar esta fiesta religiosa y solemne que ha sabido convertir la veneración del santo en un evento popular, en la que el caballo menorquín ha cobrado protagonismo. La ciudad de los nobles y los palacios se prepara cada año a consciencia para que el estallido de alegría sea recordado para siempre.
La preparación del protocolo caballeresco y religioso tiene que ver con la vestimenta, con el entreno del jinete durante todo el año así como también de las reuniones en las que se elegirán a los actores fundamentales que representarán a la sociedad menorquina durante la fiesta. La elección del Caixer Senyor (un noble) que será el encargado de presidir los festejos, la del Caixer Casat (el casado), que protege la bandera durante toda la celebración y que deberá tener expuesta en su casa, el Caixer Fadrí (el soltero), representado por un campesino o una persona de un oficio que no se haya casado, el Caixer Pagès (el payés), que viene a representar la gente del campo y organiza la cabalgata y finalmente el Caixer Capellà (el cura) que es el representante del estamento eclesiástico.
Teniendo en cuenta que cada San Juan toman parte más de un centenar de caballos, cada jinete dedica a diario una parte de su jornada al entreno y preparación del corcel para que en el momento álgido sea capaz de saltar al son de la música pero que no se altere por la multitud presente. Pero junto al caballo también está el cordero que simboliza la alegoría del propio San Juan Bautista y que provoca que se haga una veneración durante las 24 horas previas al 23 de junio en las que se lava y hace ayunar al animal para que esté reluciente al día siguiente.
Finalmente habrá que preparar cada casa, cada hogar para recibir a invitados y amigos que durante las fiestas de San Juan vendrán a compartir la alegría. No podrán faltar ni la ginebra ni la limonada así como tampoco la revisión al recetario gastronómico de Menorca para preparar suculentos platos a punto para degustar.