Dicen los expertos que el brunch es la fusión del desayuno y el almuerzo anglosajón. Pensado sobretodo para las personas que no madrugan y recomendado, sobretodo para los fines de semana. La costumbre de zamparse un brunch (en castellano lo podríamos traducir como un tentempié) es una forma de tomar algo a media mañana, de reponer fuerzas. Fueron los americanos los que lo popularizaron los domingos, después de la misa de media mañana en el famoso barrio del Bronx, en New York.
Pero sin tener que viajar tan lejos, está la fantástica propuesta del brunch que se sirve en el encantador hotel Jardí de Ses Bruixes de Maó, una propuesta a base de zumo natural, yogur, fruta fresca y muesli con miel, acompañado por tostadas, tabla de quesos y embutidos, salmón ahumado, crudités con humus, huevos al gusto y si nos queda apetito, selección de las tartas caseras que con tan buen gusto prepara Sandra, la pastelera del hotel.
Ya solo la visita a Ses Bruixes alimenta el espíritu pero si encima, le sumamos la posibilidad de sentarse en su delicioso patio interior, este suculento surtido de buenos productos que van entre el desayuno (breakfast) y la comida (lunch), nos van a saber a manjar celestial. La fórmula secreta del brunch en Ses Bruixes está hecha a base de una mesa delicada y estética, llena de pequeños caprichos para compartir en buena compañía y con el toque justo de glamour.
Por cierto, si quisiéramos ser unos puristas de un brunch por excelencia, tendríamos que recurrir a unos huevos a la Benedictine (huevos escalfados, sobre tosta de pan con base de bacon frito y cubiertos de una fina bechamel, o salsa similar) acompañado de salchichas y un Bloody Mary en la copa. Pero para ello, deberíamos viajar irremediablemente a la capital de los rascacielos.