Con tan solo cuatro ingredientes, hay cocineros que tienen el talento de prepararnos un plato de alta cocina que nos dejaría boquiabiertos, lo mismo de lo que son capaces Pimms Chetwynd Talbot, responsable comercial de Bonnin Sanso y su pareja Yago, a la hora de convertir un viejo inmueble en una fantástica vivienda. Dicen que para mejorar radicalmente el aspecto de cualquier casa solo hace falta la luz, el color blanco, las plantas y el azul del mar. El año pasado abordaron dos proyectos en Punta Prima, en Sant Lluís, donde el antes y el después, son sencillamente espectaculares. Hoy vamos a conocer uno de ellos.
El reto era transformar una vivienda de 150 metros construida en 1970 y dividida en dos plantas pero muy bien situada frente al mar. De entrada, el color blanco tenía que inundar puertas y habitaciones para ganar luminosidad. “Tuvimos claro también que la cocina tenía que estar en la planta baja y no en el primer piso, donde las mejores vistas debían pertenecer a la habitación de matrimonio”, explica Pimms Chetwynd. “En el exterior el objetivo era crear tres ambientes y por ello encargamos hacer una piscina, añadimos césped y usamos piedra de marés que debía sustituir el pavimento existente que rodeaba la casa”, añade. “También pensamos que debíamos cambiar las ventanas por puertas acristaladas para inundar la casa de luz”, comenta.
Para dar más confort y calidad, se añadieron molduras de yeso en las paredes, se suprimieron pasillos para dar más amplitud y las habitaciones fueron redecoradas con muebles antiguos que había restaurado la propia Pimms.
Las plantas, una de sus grandes aficiones, se encargaron de dar el toque de color que necesitaba la vivienda para hacerla más cálida, así como un techo de bambú pintado de blanco en la terraza que le daba el toque chic. Hoy se ha convertido en un encantador hogar para vivir todo el año en Menorca.