Seguro que hemos oído hablar de ellos muchas veces y quizás, ahora mismo incluso estemos a punto de degustar alguno y es que el queso de Menorca, es conocido internacionalmente por su sabor a isla, a sal y a tramuntana. Quesos regulados bajo el sello de la Denominación de origen Mahón-Menorca que obliga a hacerlos con leche pasteurizada o cruda y una maduración diferenciada. ¿Los conocemos realmente?
El más suave es el tierno, de color blanquizo, con una corteza casi inapreciable con aromas a lácticos y una curación de 21 a 60 días. Cuando el queso madura de 2 a 5 meses se acaba obtieniendo el Semicurado, cuya corteza tiene ya un color anaranjado, de pasta firme y corte fácil. Tiene un sabor más evolucionado con reminiscencias a mantequilla y frutos secos tostados. Finalmente está el curado, con una textura más firme y quebradiza. Su sabor y su aroma nos recuerden quizás a madera envejecida. Suele ser más picante.
A parte de estas tres variedades típicas, se elaboran fuera de denominación fantásticos quesos que debemos conocer. Quesos curados cortados a trozos, conservados en aceite de oliva virgen. Hay quien les agrega condimentos como camomila, albahaca, romero u olivas arbequinas. También podemos disfrutar de los quesos de leche cruda de cabra: tiernos, semicurados o curados, algunos en estado puro y otros enriquecidos con vino o hierbas de Menorca, son también deliciosos. Existe incluso también una finca innovadora que ha empezado a elaborar un queso en forma de corazón, a partir de leche de vaca.
Finalmente, para los amantes del queso italiano, Menorca no se queda atrás y podremos encontrar en los supermercados Mozzarella fresca, ricota, provolone, caciocavallo, rollé de mozzarella o diablitos de queso, para aquellos que les guste el picante. Mención a parte hay hablar del brossat, queso fresco obtenido a partir del suero lácteo y vinagre con una maduración de 5 a 6 días. Mmmmm!